Una de esas asociaciones que critico fuertemente es la Iglesia. No es sólo una las cosas que no me gustan de ella, pero como se podrían escribir libros y libros de los fallos de la Iglesia (así como de sus aciertos), voy a tratar una hoy: la situación de la mujer.
A menudo pongo el siguiente ejemplo para explicar algunas actuaciones de la Iglesia: el progreso es como un tren, y la Iglesia siempre va en el último vagón. Me explico. Hemos visto cómo se ha ido renovando la Iglesia y se sigue renovando día a día. Sin embargo, esta renovación día a día es lenta, casi inapreciable. Uno de los máximos progresos de la Iglesia fue el Concilio Vaticano II, aun así, la mayoría de los cambios hacia el progreso ocurren "por la fuerza", es decir, cuando la Santa Sede piensa "o renovarse o morir".
En mi opinión, la situación de las monjas con respecto a los sacerdotes es realmente injusta. Un hombre, al hacerse sacerdote, puede ir adquiriendo más poder y responsabilidad en la Iglesia: obispo, arzobispo, cardenal y Papa. Pero el "ascenso" de las mujeres llega a un tope: el de Hermana Superiora.
Pero, ¿cuáles son las razones por las que las mujeres han sido relegadas hasta tal puesto? Bueno, más bien sería más correcto decir: ¿qué razones han permitido que la mujer siga relegada? En mi opinión, sólo hay una:
- El conservadurismo de la Iglesia. No en su nacimiento, pero sí tras pasar varios siglos la Iglesia se caracterizó por ser conservadora, tradicional. Esto es debido a la interpretación literal del Antiguo Testamento, donde podemos leer: "Bendito sea Dios que no me ha hecho pagano, no me ha hecho ignorante, no me ha hecho mujer".